Querida hermana Condylactis gigantea:
Son las 2:28 am, la noche no es tranquila. No hay sombras ni murmullos en los baños. Sólo las puertas que suenan desde dentro. No sabía que al tronar pareciera que tocan, es el calor. Si, el maldito calor que me chupa y me hace ver como un ladrillo.
Mañana a la escuela, de nuevo a mi aburrida clase de filología matutina ¿que somnifero más eficaz que el análisis de formas muertas del lenguaje? Si al menos el susodicho maestro no fuese tan tan ¿calvo? No, pero por ahí va, pareciera que su calvicie esla viva imagen de sus ideas, digo, ya ni las vitaminas alcanzan a poblar sitio tan descuidado, desolado como un campo de guerra.
Espero el sueño, alguien abre una ventana en el departamento de arriba, donde vive la señora que golpea a su hija. Espero el sueño, esta vez, sin ruidos.